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30 de junio 2020

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INUSUALES COMPAÑEROS DE VIAJE : Memorias de un confinamiento.

Elena Barreiro Alonso
Psicóloga H.Sanitaria - Experta en Gerontología & Estrés

Toda persona tiene una vida única, cada cual más o menos rica de sucesos destacados y destacable. No cabe duda que para la persona que vive su vida es la más importante y esos sucesos que indico son lo más significativo que puede suceder a nadie. Consta esa vivencia personal de hechos muy felices, otros muy tristes y una gran mayoría de momentos anodinos que constituyen una vida monótona que conforman un dejarse llevar. Y así ocurre, por regla general, una generación tras otra en cualquier familia que conozcamos.

Pero de vez en cuando aparecen momentos únicos, especiales en la vida de toda la humanidad , que no afectan al individuo en particular, sino a todo un país, un continente o el planeta en general. Son tan especiales e increíbles que parecen de una película de suspense, pero la imaginación de los guionistas cinematográficos no llegaron previamente ni siquiera a tener una ocurrencia de ese estilo.

Esta vivencia tan especial supone una ruptura tan anómala de la cotidianidad de la vida de cada individuo, cada familia, cada pueblo, cada país -todo el mundo pues- que implica una necesidad de adaptación con un consumo de una cantidad ingente de recursos psicológicos de los que se disponen, con ciertos límites y en distinta cantidad, en cada uno -considerando personas con un estado anímico normal previo al momento en que ocurren los hechos, sin una problemática previa que ya los tenga consumidos en gran medida y , por lo tanto, se encuentran con una desventaja añadida-.

No todos tenemos la oportunidad de vivir un momento así. A nosotros sí nos ha tocado. Hemos tropezado con una palabra que ha cambiado nuestra vida: pandemia. Si previamente la conocíamos no la teníamos en mente, no formaba parte de nuestro vocabulario habitual. De igual forma, de repente entró en nuestra vida arrasando, haciéndonos sentir una paleta de sentimientos en pocos días que, a veces, ni sabíamos que podríamos sentir: incertidumbre, miedo, irritación, malestar, ira, angustia, ansiedad, tristeza. Quizás olvide alguna, pero lo queda evidente es que ninguno de ellos tiene un matiz positivo.

Entonces llega un día que te dicen: “no puedes salir de casa hasta nueva orden” y todo el mundo que conoces se viene abajo. ¿Tu vida dónde está?. Madrugar, arreglarse para ir al trabajo, preparar niños para el colegio, dejar la comida preparada, organizado el hogar, trabajar, descanso del café con los compañeros, seguir trabajando, salir, recoger niños, quedar con la pareja para repartir las tareas, quedar con los amigos para tomar una cervecita, volver a casa, y demás rutinas…¿dónde están?. De un plumazo ha desaparecido todo lo que conforma lo que llamamos vivir. ¿Cómo hacer frente a esta nueva realidad?. No es fácil pensarlo como un posible si fuera una suposición, si estuviéramos haciendo una novela; pues mucho peor es cuando resulta ser la realidad.

Y llega el primer día, el día después de esa orden recibida ¿y?. ¿a dónde voy?: a ningún lado; ¿qué hago?: ni idea. Hubo una primera “ayuda” en esta situación, los mismos que dijeron que no se podía salir de casa indujeron a limpiarla: hay que desinfectar a fondo todo. En la mayoría de las casas se entró en una vorágine de limpieza y uso indiscriminado de lejía y demás productos de desinfección totalmente incontrolada. Una buena ocupación inicial para que los pensamientos negativos no se cebaran con las personas y pudieran sobrellevar estos primeros días con relativa tranquilidad.

Es muy importante tener en cuenta que en esta nueva situación con la que todo el mundo se tropezó hubo que enfrentarse a realidades, en muchos aspectos, mucho peores que la pandemia en sí. De repente familias completas encerrados en un pequeño piso, niños pequeños que necesitaban calle y no entendían por qué de repente eso se les quitaba, adolescentes que en su plena época de explosión hormonal se veían confinados en dónde se sentían asfixiados, parejas que estaban agonizando y que ahora probablemente acababan de morir definitivamente (sin mencionar en las casas en que existen los malos tratos), parejas que hacía tiempo que no se habían dado cuenta de que se habían abandonado y se reencuentran, personas que viven solas y se percatan de que las está oprimiendo una soledad que antes enmascaraban con actividades de las que ni siquiera disfrutaban y sin dejar de mencionar a esos ancianos que, sin motivo alguno, son estigamtizados con el cartel de grupo de riesgo, tal como aquella marca que los nazis pusieron en su momento sobre los judíos. Fueron probablemente los que más han sufrido en esta situación. Cuando se llega a edades avanzadas lo que se necesita es cariño y atención porque hay una gran cantidad de miedos que nadie entiende y justo eso es lo que se les ha negado en esta situación. Y, desgraciadamente, muchos han tenido un fin de su vida realmente triste, sin el acompañamiento de sus familiares queridos, ni tan siquiera con sus cenizas al cementerio.

Pero pese a que hay una gran cantidad de personas que tienden a ver el lado negativo del ser humano, mi pensamiento es que somos algo increíble en la naturaleza. Si que el hombre es capaz de hacer cosas horribles, pero también las cosas más grandiosas. A mi manera de pensar, esas son las que predominan. Y nos adaptamos a todo, buscamos salidas psicológicas para soportar cualquier situación y la superamos. Y es que pensado asépticamente no es natural que el ser humano esté prácticamente encerrado dos meses y que eso no le cause un grave prejuicio mental; y en muchos casos así será, pero en general las personas saldrán de esta situación y, en poco tiempo, la habrán superado y seguirán con su vida. Es más, es muy probable que de los individuos que más rápido se recuperen de la situación nazcan ideas brillantes para un futuro distinto, nuevos tipos de negocios, de relaciones,. Es en los momentos de presión cuando el ser humano es más creativo.

Evidentemente para soportar este inusual encierro, antinatural para todo ser humano se empezaron a buscar estrategias para afrontarlo. No cabe duda que lo más grandioso que ha inventado el hombre para esta época de encierre es algo que se llama internet, gracias a ese invento se han podido evitar grandes situaciones de desánimo, depresión, desasosiego, angustia y, en algunos casos, ideación suicida.

Internet ha conseguido que la gente dedicara su encierro a infinidad de cosas: ver las noticias, hacer cursillos, tener clases virtuales para ellos o para sus hijos, buscar cómo cocinar mejor, hacer tablas de ejercicios, ver películas y un largo etcétera. Y, en un aparte, no nombrado ahí, en fomentar las relaciones sociales.

Gracias a las diversas redes sociales las personas se han mantenido en contacto con sus familiares, compañeros de trabajo, amigos. También ha traído nuevos contactos con parientes o amigos con los que a veces hacía décadas que ni se había intercambiado un saludo. Incluso se han hecho nuevas relaciones que con el tiempo -por qué no- pueden llegar a ser referentes en algún aspecto importante de su vida futura.

En mi situación personal, como una más de esos millones de personas a las que se le ha cortado de repente esa libertad de salir al mundo cada día, tuve la oportunidad, sin pensarlo, de formar un grupo de seguidores a través de una de las redes sociales.

El inicio fue un ‘inocente´ post que el día 21 de Marzo del 2020 - día en que comencé el confinamiento - con retraso por motivos laborales, publiqué en el Facebook. Simplemente, ya que por motivos lógicos iba a haber un elevado aumento de ansiedad , yo recordaba en este post con la canción de Somewhere over the Rainbow interpretado por Israel IZ Kamakawiwo, que esperaba que no terminaran después del confinamiento tan orondo como el magnífico intérprete y que dedicaran este encierro a hacer cosas positivas y de crecimiento.

Al día siguiente al abrir el Facebook (lo había publicado por la noche) me encontré la agradable sorpresa de un crecido número de Likes y algunos comentarios. Lo curioso fue la gente tan diversa que reaccionó a ese post: familiares con los que estoy frecuentemente en contacto, otros con los que hace años que no tengo ningún tipo de relación, inmensa cantidad de pacientes y expacientes, compañeros de trabajo (de diferentes situaciones laborales que estaba llevando a cabo) y, por supuesto, amigos, algunos con los que frecuentemente estoy en contacto y otros con los que a veces solo hablamos en el día de nuestros cumpleaños; pero amigos en el corazón siempre presentes. Y con la particularidad de que el grupo fue muy heterogéneo sobre todo en cuanto a lugares de origen.

Muy gratificante, no voy a negarlo, pero también tuve la sensación de que muchos de ellos evidenciaban en sus comentarios el temor ante lo que estaba ocurriendo (evidentemente no de forma abierta, pero mi profesión me ayuda a ver las pequeñas señales que quizás un profano en la materia psicológica no hubiera observado). De esta forma, a partir de ese día hasta el 4 de Mayo (primera parte de la desescadala, palabra que no existe en el diccionario, pero que lamentablemente se hizo enormemente famosa en este momento de la vida) comencé con una rutina diaria en que cada noche publicaba un post siempre con la misma norma: canción + comentario + petición de una tarea. Y después de ese día continúe pero ya de forma más aleatoria, cada 2 ó 3 días, incluso una semana por medio.


Las canciones elegidas no fueron aleatorias, en muchas ocasiones me supusieron un gran consumo de tiempo buscando esa letra adecuada para el momento. Indudablemente dada la situación a la que estábamos abocadas no entraban en la selección “natural” ni baladas románticas ni blues o jazz o de cantautor porque llevan una gran carga de tristeza, melancolía, pena, que no eran adecuadas para este momento. Este trabajo de elegir las canciones fue realmente un disfrute para mi, ya que adoro la música, y esto me llevó a hacer un repaso por una inmensa cantidad de cantantes, grupos, épocas musicales con las que me he deleitado horas y horas.


En cuanto a los comentarios la situación exigía que fueran animosos, de fuerza y más que nada de saberse acompañados. El hecho de que el grupo fuera creciendo, aunque a veces con altibajos, fue creando una sensación de pertenencia grupal a un colectivo que estaba luchando junto contra una situación a la que injustamente nos había llevado la vida. Esa suma de fuerzas hacía más llevadero el día a día, y se esperaba a la noche para la nueva ración de ánimos y fuerzas. De hecho en algunos casos esperaban a dicha publicación para dar las buenas noches e irse a dormir.


En el segundo post introduje las tareas ante la buena acogida que había tenido el primero, y viendo la necesidad de buscar un aliciente lúdico en estas personas que a partir de este momento inicial, iban a convertirse en mis compañeros de este tan inusual viaje que las vida nos ha deparado. Las tareas también fueron elaboradas con esmero, se convirtieron sobre todo en recuerdos, ya que traer a la memoria hechos acaecidos en la infancia y adolescencia principalmente crean una sensación de bienestar en el estado de ánimo. También en labores a llevar a cabo,como mostrar una foto de la primera vista de la mañana a través de la ventana, por ejemplo.. Estas tareas yo las asumía también, por supuesto, ponía mi comentario correspondiente, como los demás; así quedaba constancia que era una más del grupo, no una cotilla con ganas de saber de la vida de los demás.

Si alguno de estos compañeros de viaje lee este escrito en algún momento podrá percatarse de lo que ahora indico y es que ninguna de las acciones a realizar que todas las experiencias de otras épocas de la vida que había que traer a la memoria fueron siempre buscando el recuerdo de momentos de alegría, entrañables, Por supuesto, nunca se buscó traer a la memoria un mal momento, como una pérdida de un ser querido, una ruptura con una pareja o cualquier situación del estilo que evocara tristeza o pena. Por ello he escrito que fue fue un trabajo laborioso y gratificante el plantearlas.

Y de esta forma con los días fueron llegando las semanas y así hasta casi los dos meses de confinamiento y nuestro grupo fue formando una familia artificial, más unida que algunas reales. De hecho, con el tiempo mi frase inicial en el post se convirtió en “Buenas noches familia!”. Este encontrarnos diario se convirtió en el recordatorio de que no estábamos solos y que luchábamos juntos.

El hecho de escribir este artículo es para poner de manifiesto cómo el ser humano se une en los peores momentos y es capaz de hacerse fuerte con la compañía de los otros. Yo siempre digo que el ser humano es ante todo un ser social, necesita de las relaciones interpersonales muchas veces más que de la alimentación misma. La soledad, la no deseada, es el peor demonio para cualquier persona y en estos momentos en que a muchos les ha tocado estar solos en casa, la mejor medicina ha sido el no sentirse como tal aunque fuera a través de redes sociales.

Mi experiencia con estos inusuales compañeros de viaje como he titulado este escrito ha sido tan magníficamente gratificante y tan satisfactoria anímicamente que me siento totalmente afortunada por haber encontrado a este increíble grupo de personas a las que me une ya, Independientemente de que nos lleguemos a conocer en persona en algunos casos o no,una relación afectiva inigualable. Han sido muchos días de intercambios de sentimientos, de sensaciones, de aprecio, de cariño y eso es inolvidable.

Para finalizar solo puedo decir: ¡Buenas noches familia! ¡Os quiero!